El hoyo en el estómago iba manchando de tinta negra mis riñones, hasta mi piel se había vuelto rancia por las preocupaciones que me carcomían el cerebro.
-conchatumadre estos gueones de la muni pagan cuando se les para la raja.
Caído al litro y a las papelinas para pasar el hambre ácida que me hacía sentir como polilla flotando en el pavimento agarré este cuchitril informático y subí mis datos al mercado macabro:
Eyaculaciones elásticas, flagelaciones sangrantes y poderoso fierro AK-47 machine.
-hola, ¿tu eres el jóven del aviso del cariño látex? Tenía voz de treintona, lo que en breves segundos me tenía con mis venas genitales en torrente presión sudorosa.
-sipo, ¿que onda, queris que nos juntemos?
-¿Cuánto cobrai?
-Tengo dos boletas de unas gueas que tengo que pagar, te las muestro en persona y tu me decís.
-ya, pero dos cosas: primero, tráteme de usted porque me gustan los pendejos bien sumisos y segundo, cuéntame como eris.
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