
-¿mercancía?...te traigo un mundo nuevo, pruébame.
La primera vez que la escupí a la cara, ella escondió su mirada y se limpió mis larvas que aún se movían en sus mejillas.
-que te pasa imbécil.
Puso rostro de indignación con un asomo de asco, entonces la bese y limpié mi saliva con mi lengua. Dentro suyo terminaron por reventarse sus órganos, recorriéndole un calor que comenzó a teñir sus intestinos de color rojo. Un hambre la devoró toda, haciéndola estremecer de dulzura con una sensación animal que brotaba de su lengua y la obligaba a beberse todos mis insultos.
Mi saliva la golpeo con desprecio mientras mis manos sujetaban sus mandíbulas, abriéndole la boca, mirándola con pretensiones de castigo, domándola bajo mis fantasías que ella debe saber cumplir.
Entonces dejó que la tomara por el cuello mientras la follaba, controlando su respiración e hinchándola de deseo. Desde esa tarde nuestra amistad nunca volvió a ser la de antes,
En ese momento comprendí que hay mujeres que te dejarán hacerles lo que quieras, porque en el fondo de su estómago deambulan los sentidos más violentos, duermen con jaurías bajo su almohada, mujeres que se han amamantado de lobas y putas, hijas de Caín.
(La noche se tiñó de navajas, me envolvió con su aroma de cuchillas, hímenes y labios dilatados)
El hoyo en el estómago iba manchando de tinta negra mis riñones, hasta mi piel se había vuelto rancia por las preocupaciones que me carcomían el cerebro.
-conchatumadre estos gueones de la muni pagan cuando se les para la raja.
Caído al litro y a las papelinas para pasar el hambre ácida que me hacía sentir como polilla flotando en el pavimento agarré este cuchitril informático y subí mis datos al mercado macabro:
Eyaculaciones elásticas, flagelaciones sangrantes y poderoso fierro AK-47 machine.
-hola, ¿tu eres el jóven del aviso del cariño látex? Tenía voz de treintona, lo que en breves segundos me tenía con mis venas genitales en torrente presión sudorosa.
-sipo, ¿que onda, queris que nos juntemos?
-¿Cuánto cobrai?
-Tengo dos boletas de unas gueas que tengo que pagar, te las muestro en persona y tu me decís.
-ya, pero dos cosas: primero, tráteme de usted porque me gustan los pendejos bien sumisos y segundo, cuéntame como eris.